Biografía
Siguiendo con el recorrido por el hermoso retablo de nuestro altar mayor, podemos ver bajo del todo, a la izquierda, sobre el fondo del Castillo de Cullera y el Santuario de la Mare de Deu y «les revoltes» a San Lorenzo.
Vestido con la dalmática verde que lleva pintada la última Cena del Señor con el Santo Cáliz (que él salvó), tiene la palma (signo del martirio) en la mano izquierda, y la derecha la tiene apoyada sobre una parrilla (objeto de su martirio) y tiene a sus pies un libro (signo de los libros sagrados que custodiaba) que lleva escrito el título en latín «SANTVS LAVRENTIVS». Su nombre significa «cornado de Laureles».
Aunque parece que sus padres eran oriundos de Huesca, una venerable tradición sitúa el nacimiento de Lorenzo en Valencia. Fue ordenado diácono en el 257, una año antes de su martirio. Era el primero de los siete diáconos de Roma, o sea, el hombre de confianza del Papa, encargado de administrar los bienes de la iglesia, el cuidado a los pobres y la custodia de los libros sagrados. Por esta labor, es considerado uno de los primeros archivistas y tesoreros de la Iglesia y el patrono de los bibliotecarios.
Durante la persecución del emperador Valeriano, Lorenzo consigue enviar a Huesca el Santo Cáliz que custodiaba, y que más tarde fue llevado a Valencia, donde tenemos el honor de conservarlo en la Catedral, y en nuestra parroquia de tener una réplica fiel.
Cuando Lorenzo vió que el Papa Sixto iba al martirio, le dijo: «Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono? Nunca antes montaste el altar del sacrificio sin tu diácono, ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?». Y San Sixto le respondió: «En tres días me seguirás». Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios.
Y así fue. El emperador acusa a la Iglesia de poseer grandes tesoros y Lorenzo contesta: «Es rica, sí. Nadie en el mundo es más rico que ella. Si me dan un plazo de tres días traeré aquí todos los tesoros de la Iglesia». Y reuniendo a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas, dijo al emperador: «Estos son los tesoros de la Iglesia; más valiosos que los del emperador».
Sintiéndose burlado el emperador, mandó asar en una parrilla a Lorenzo que decía: «Ya me pueden dar la vuelta, que ya estoy asado por este lado». Y después añadió: «La carne está lista, pueden comer».
Su fiesta se celebra el 10 de agosto. En ese día, por la noche, se pueden ver numerosas estrellas fugaces que popularmente se conocen como «las lágrimas de San Lorenzo».
Felipe II, para conmemorar la victoria de San Quintín, agradeciéndole la protección al mártir, hizo construir el monasterio de San Lorenzo del Escorial en forma de parrilla por haber sido el instrumento de su martirio.